Sí, cada uno de nuestros viajes, por breve que sea, comienza con una discusión en la mañana. Respiras, exhalas, continuas. ”Fue un fin de semana muy agradable”, esa era siempre la conclusión, así que de nuevo respiras, exhalas, continuas. Incluso ahora, mientras escribo estas líneas, respiras, exhalas, continuas, la canción se ejecuta. Rara vez pienso en días pasados con tanta melancolía. Fue un día en el que me hubiera gustado, no iniciar con la discusión mañanera, pero ese día nunca llegará a su fin. Es como querer tapar el sol con un dedo.
Aurora todavía no nacía y yo ya estaba pensando a donde podía ir con mi mamá, quería llevarla a conocer mucho más de Alemania, Dresden estaba en la lista, ninguno había estado allí, y como no ir si la llaman la “Florencia del norte”. Con dos buggys, dos morrales, una bebe de un mes y medio, una simpatica de 4 años y la abuela Martha en casa nos preparábamos para salir para Dresden.
Esta no fue una parada breve, nos quedaríamos tres días en al ciudad, la cual es visitada por los turistas en un día. No fue una mala decisión, que ciudad tan preciosa y llena de historia. Caminar y caminar, amamantar y amamantar, improvisar y tramar. Recorrimos kilómetros y kilómetros de calles empedradas. No sabía como iba hacer, todavía hacia frío, era mayo, pero el calor suave de la primavera aun no se asomaba, cada día terminaba muy cansada, porque aparte de todo lo que conlleva viajar con niños estaba el extra de amamantar, amamantar aquí y amamanta allá, caminando o comiendo, Aurora me tomaba en serio como un open bar, y de lujo. No daba espera, y yo tampoco la hacía esperar. La conexión ya era un hecho y de aquí en adelante solo la fortalecíamos.
Los monumentos más importantes de Dresden se hallan bastante concentrados en dos áreas de la ciudad separadas por el río Elba: el Altstadt (Casco Antiguo) y el Neustadt (Ciudad Nueva). En el Neumarkt, se encuentra la Frauenkirche, una iglesia luterana de estilo barroco que fue destruida durante el bombardeo de la II Guerra Mundial y reconstruida entre 1994 y 2005 como símbolo de reconciliación. Caminar sobre el Brühlsche Terrasse, un magnífico balcón sobre el Elba. Visita básica es el Fürstenzug, un mural de 101 metros de largo en plena calle, un mosaico asombroso con más de 24.000 azulejos. Hofkirche, Neue Synagoge, Museo Albertinum, Semperoper, otro lugar imprescindible en Dresden, es el Zwinger, antiguo palacio barroco que hoy alberga importantes museos y colecciones de arte, realmente fue nuestra primera parada, y desde que llegamos a el, fueron solo suspiros, es una obra de arte propia y con vida. Caminar por lo alto de sus balcones, y por los jardines de la parte exterior es magia, como caminar con vestido largo pomposo en tiempos de príncipes y princesas.
El Augustusbrücke era paso obligatorio para nosotros por el nos acercamos a Neustadt donde dormiríamos en un apartamento adecuado para los cinco en la perfecta, repleta de cafés y todo tipo de restaurantes, con la atmósfera precisas, en el barrio con mayor población infantil de Dresden. Habíamos dado el tiro al blanco. Era un edificio antiguo, con las paredes de las escaleras todas grafitiadas, hermoso contraste, el apartamento era pequeño, poco más que tres habitaciones y un estupendo balcón en lo alto de un edifico barroco. Aquel apartamento sencillo que recuerdo hasta el día de hoy que escribo este post, 4 meses después, alberga momentos luminosos, charlas con Pier en el balcón de invierno, tejido por enredaderas a lado y lado, momentos de descanso después del eterno caminar.
Casi que no encontramos el kunsthofpassage, el pasaje del arte. Aunque sinceramente a mi era a la unica que le interesaba. El último día de nuestra visita a Dresden, fue en el Großer Garten es un jardín barroco, retirado del casco antiguo. El jardín tiene una forma casi rectangular, con una superficie de cerca de 2 km² y una longitud de 1900 m. Al noroeste del Großer Garten se encuentra la fábrica transparente de la Volkswagen, a otro lado el Zoo, y por otro lado otra cosa que ya he olvidado. Lo mas curioso de este parque y lo que sin duda más disfrutaste, Lucía, fue un pequeño tren, que hace el recorrido del parque en unas seis paradas, lo más emocionante es que todo el sistema es comandado por niños y algunos adolescentes. Todos uniformados y re enrollados en su rol.