Mi hijo quiere leer un libro o hacer una actividad en la lengua mayoritaria, y yo represento la lengua minoritaria, ¿qué puedo hacer?
Cuando mi hijo presenta una necesidad de comunicación en otra lengua o de interacción con nosotros representes de otra lengua, y nosotros aceptamos, no significa que vamos a confundir al niño, podemos sacar provecho de esas situaciones y enseñar habilidades lingüísticas y lo más importante, habilidades de para la vida.
Hoy te quiero presentar herramientas de la disciplina positiva que nos pueden ayudar en este momento preciso en la crianza bilingüe la primera de ellas es opciones limitadas si decidí hacerlo decidí leer es el libro que mi hijo quiere en la lengua mayoritaria o en otra lengua diferente a la que yo represento.
Respeto mutuo
Vamos a respetar la necesidad del niño dando la oportunidad de jugar con nosotros en la lengua que prefiere, y al mismo tiempo vamos a respetar al adulto, para ello vamos hacerlo con el libro o con la actividad que nos sentimos más cómodos y seguros, también tal vez se nos hace más fácil un libro de animales que uno de automóviles. Entonces siempre intentamos presentar dos opciones con las que me siento a gusto y con las que puedo ofrecer lenguaje a mi hijo, esas dos opciones deben cumplir lo siguiente una debe ser adecuada y la otra opción debe ser aceptable.
Por ejemplo:
– Vamos a leer un libro en alemán, ¿qué libro prefieres, el de los osos o el de las hormigas?
– Oooh, me doy cuenta que hoy quieres jugar con el lego en alemán, ¿prefieres hacerlo con mamá o con papá?.
Si no te sientes cómodo con la actividad que tu hijo te esta presentando en la otra lengua, se sincero, e intenta alguna de las siguientes herramientas.
Pedir ayuda
La siguiente herramienta disciplina que te presento es pedir ayuda. Decidí leer el libro o hacer esa actividad en la lengua mayoritaria, pero soy sincero como padre y pido ayuda.
Por ejemplo:
– Listo hagámoslo! Necesito tu ayuda, ¿lo hacemos juntos?.
– Está bien, que interesante voy a intentar leer este libro contigo en alemán, cuando no sepa una palabra ¿me podrías ayudar?.
Es muy probable que durante la lectura se nos presenten momentos en que no sabemos cómo decir una palabra, aprovechemos esa oportunidad para enseñarles una habilidad para la vida, seamos sinceros y preguntémosle al niño que nos enseñe a decirla y repitamos con él. Ser el maestro le da al niño la seguridad y la importancia que necesita muchas veces para hablar en otra lengua. Más adelante nos daremos cuenta que él también recibirá y aceptará mejor el momento en el que nosotros seamos los que les corrijamos otra lengua.
Poner límites
Pon un límite. Con los menores los límites los establecemos nosotros, con los niños un poco más grandes intentamos involucrarlos a ellos.
Al ceder una vez o varias veces, al notar nuestros hijos que también estamos dispuestos a hacer actividades con ellos en otra lengua; siempre tratarán una y otra vez de ampliar ese límite que hemos puesto. Seguramente si hoy dijimos: “está bien, leamos un libro en alemán”. De pronto, mañana te lo quieran volver a preguntar, porque ya saben que lo leíste un día, de esta forma, podemos usar ese momento para recordarles lo importante que es para nosotros hacer actividades en la otra lengua y lo necesario que es para nuestra familia comunicarnos, jugar, ver la televisión, reírnos también en esa lengua.
Puedes aprovechar para hablarle de la excepción que hiciste el día de ayer y motivarlo a realizar esa actividad en la lengua meta, tengamos cuidado, no lleguemos a dar un sermón.
Preguntas de curiosidad
Podemos invitar al niño a hacerlo usando la siguiente frase:
– ¿Qué necesitas para hacer esta actividad en español (lengua meta)?
– ¿Cuéntame que disfrutarías jugar con mamá en español (lengua meta)?
– ¿Se te hace más divertido jugar en español con el lego o con el Play móvil?
Con estas preguntas nos estamos dando la oportunidad de conocer más a nuestro hijo, identificar cuáles son esos intereses que tiene en determinada lengua.
Otro ejemplo para invitarlo a reflexionar:
– ¿Qué crees que pasaría si jugáramos siempre en alemán que piensas que le pasaría a nuestro español?
Para alentarlo:
– Hacer esto en español te cuesta más trabajo y esfuerzo, vamos a intentarlo juntos, yo te ayudo.
Para terminar me gustaría que reflexionemos juntos, ¿es más importante jugar con mi hijo o jugar en una lengua determinada?
En el transcurso del juego es cierto, que también podemos motivarlos a hacer el cambio de lengua, para ello hay diferentes estrategias de respuesta parental a las que podemos acudir en estas situaciones puntuales.
Ahora antes de negarnos a la actividad en otro idioma, preguntémonos ¿qué tan serias serán las consecuencias de esta elección para nuestra dinámica familiar?; ¿las consecuencias serán nulas o leves si aceptamos de vez en cuando?. Busquemos respuesta a estas preguntas pensando en nuestra única y maravillosa situación familiar y a la exposición, al balance que tengan nuestros hijos con las lenguas.
Si nosotros aceptamos leer ese libro o hacer esa actividad en otra lengua, a lo mejor pueda servir como ejemplo para que nuestros hijos acepten otra actividad que nosotros propongamos más adelante en la lengua meta.
Establecer una actividad o un horario o unos determinados libros para suplir esa necesidad del niño es una muy buena opción.
Soy promotora de un cambio natural de lengua, si como familia estamos teniendo en cuenta nuestro objetivo y si estamos aprovechando para reforzar la lengua minoritaria (o la lengua meta).
A nivel emocional nuestros papel es hacer sentir al niño amado incondicionalmente.
Con cariño,
Laura Gutiérrez