La semana pasada fue la semana de la lactancia materna. Dude mucho en escribir sobre ello pero debido a lo que me paso ayer con mi pequeño, me animé a contar un resumen de mi historia hoy.
Escribo mientras lloro por estar amamantándolo. Ayer se ha lastimado los dientes mi hijo de un año y 5 meses, ha perdido parte de los dos dientes delanteros y ahora tienen punta y están afilados. Podría por la situación dejar de amamantarlo, pero por la conexión que hemos creado durante esos momentos no lo haré. Además la odontóloga me ha prometido que sufriré un par de días más, y que después mejorará.
Las que lo hemos logrado, también hemos llorado, también hemos sangrado, también nos hemos irritado, también hemos perdido la cabeza y también nos hemos deprimido. Aquí estamos todas en el mismo barco con botella o con el pezón.
Mi primera hija nació prematura, pesaba tan solo 1 kilo 600 gramos y debido a su debilidad, a mi desinformación y por supuesto a los comentarios de la sociedad no logré amantarla al 100%, siempre tuvo alimentación mixta.
Con la segunda me decidí a intentarlo, no compré ni un tetero, la caja de teteros que me habían regalado seguía en la bodega, y yo estaba decidida a dejarla allá empolvarse (cada quien elige como se da ánimo). Esta vez tenía una bebe de 40 semanas no de 31, estaba informada, esta vez estaba sola; mi pareja y yo, ahhh y un ser que me mando la vida bella, mi partera, se llama Linda, así que se imaginan lo hermosa que es; recuerdo el primer dolor de esta lactancia fue sentir contracciones peores a las del parto cuando la lacté por primera vez, yo creyendo que nunca las iba a volver a sentir, me estaba partiendo de dolor allá abajo mientras mi hija me chupaba, no entendía que pasaba y yo disque muy informada estaba.
Sin embargo mi partera, mi bebé, mi esposo y yo sacamos adelante lo que para mi fue el proceso de lactancia más hermoso, algo desconocido que termino por encantarme. Amamanté a mi segunda hija hasta el segundo mes de embarazo de mi tercer hijo. Sufrí también el síndrome de “agitación por amamantamiento”, una cosa rara, ya lo sé pero es bueno que tu mamá te informes sobre ello. Existe y te puede pasar, de hecho es muy común pero desconocemos que esa serie de sentimientos tienen un nombre.
Así que con toda la energía estaba decidida a recibir un poquito más del lo mismo con mi tercer hijo. Así fue, solo que este me hizo gritar del dolor, sangrar por montones, paralizarme, repensar y volver a intentarlo. Esta vez ya no sabíamos donde estaba la caja de teteros. No se preocupen lo logramos, pero después de limpiar la sangre de mis pezones, de ver como la caca de mi hijo habla cambiado de ser amarilla a ser negra de la cantidad de sangre mía que había ingerido, lo logramos después de sudar, después de apretar la almohada, lo logramos durante un proceso de separación con mi esposo, lo logramos mi bebé y yo, por que el también hace parte de la lactancia, el también aguanto.
Y ahora despedirme pronto de este proceso, mi tercer hijo será mi ultimo hijo que dejaré de amantar.
Después de mi historia, les dejo mi reflexión.
Este viaje de la lactancia es único, único para cada una de las mamás que deciden intentarlo, puede durar la intención unos segundos, una hora, un día , un par de meses, un par de años o ni siquiera existir, lo cierto es que todas somos iguales de berracas. Todas hemos remado en el mismo barco, lo que pasa es que ha sido con mareas diversas, con vientos desordenados, con capitán o con tripulación.
Es hora de sentirnos orgullosas, cada una de su propio recorrido y es hora de que la sociedad acepte el viaje de todas, que lo admiren.
Es el momento para que amamantemos en público, encerradas en un baño, detrás de la cortina, tapándonos con un pañuelo, sentadas, acostadas o paradas. Es el momento para que este momento de conexión sea observado con las gafas de la empatía, con naturalidad.
1 comentario
Te felicito por tu persistência !
Eres una gran Madre!