San Andrés. Paraíso Colombiano.

Dejamos la ciudad. Voy llena de expectativas. De esperanzas de que estos 5 días en la isla nos llenaran de vida en familia, de tranquilidad y afecto. Segura de reforzar nuestro compromiso, que mejor lugar que este espectacular paraíso que posee nuestro país.  San Andrés, una de las islas más importantes de Colombia, ofrece múltiples pasatiempos y entretenimientos, hay incontables sitios para bucear, realizar deportes náuticos, visitar manglares, salir de fiesta, pero lo nuestro es la arena blanca y suave, propia de las playas de la zona, juegos en la arena, saltar olas, hacer la siesta en la orilla, poner flotadores y volver a jugar en la arena. 

Llegamos como perdidos. Como cuando uno llega a un nuevo lugar y no ha tenido que buscar para donde va. Así fue, pues nuestra recogida por parte de Bomberos ya estaba organizada. Puerta a puerta. Así llegamos en una camionata hasta la puerta de nuestro edificio, charlando con un isleño que nos desatrazo sobre la situación de la isla y nos recomendo un par de restaurantes por la zona. Medio reposo y salida. No veíamos la hora de disfrutar de aquella agua turquesa y arena coral. 

Cuando me encuentro aquí entre agua turquesa y corales, admiro la belleza que este mundo nos ofrece. Paraíso. Y dentro de mi crece el honor de llamar este país mi casa. Un privilegio. Gracias vida, por darme la posibilidad de pisar una verdadera maravilla. Gracias por tener la oportunidad de estar con ellas aquí. 

Pero qué es lo que tiene San Andrés que engancha tanto? Quizá sea su distancia, su naturaleza, la belleza de sus playas … Quizá su Vuelta a la isla.

Conozco a muchas personas que año tras año con o sin niños vienen siempre a esta Isla. Y es que sus playas tienen mucho encanto.  Más encanto al ser compartidas con la abuela y la tía. San Andrés fue diversión, compañía y puro amor. Esto era lo que soñabamos. 

Además de sus playas donde divertiros jugando en la arena y dándonos el primer chapuzón en mar colombiano, en esta también visitamos los manglares, la loma de la Isla, la piscinita y el hoyo soplador. Desafortunados o afortunados fuimos que los cayos estuvieron cerrados durante toda nuestra estadía, por tanto no visitamos Jonny Cay ni el Acuario. Pero de verás que no hizo falta nos enamoramos de Rocky Cay, playa situada en la zona de San Luis, su encanto nos atrapo que no quisimos salir de ahí. La oferta de ocio en familia es muy variada. En esta isla no hay sentido del tiempo. No sabemos ni qué hora es y menos que día. Lo cierto es que vivimos experiencias maravillosas, lagartijas azules, niños en el colegio divirtiéndose como locos con palos de escoba, peces que se pelean por un pedazo de pan, escaleras hundidas en el océano, barcos encallados, gente caminar de una isla a otra. Esperaba que no llegara ni la hora ni el día de partir. Felices de haber compartido con la tía y la abuela. Satisfechos con el rondón. Cansados con la vuelta a la Isla. Soñando peces de colores. Comiendo la fruta del pan. Extrañando la brisa.  Se me hizo muy raro estar ahí sin un trago en mano, a cambio de ello crema solar y juegos de arena. Viva.

La verdad falto mucho por contar. Me quede corta de palabras. El tiempo. La compañía. Lo relajada. Prometo que en el siguiente destino. Escribiré sin parar.

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Laura Gutierrez

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