Que lugar de sueños, tal cual parecía el pueblito de la cenicienta, de rapunzel o de cualquiera de esas historias, en las cuales las calles son empedradas, las casas son de madera y piedra, las calles son laberintos y todo parece magia. Esta es una ciudad medieval de cuento, puro cuento, cuando empezamos a caminar, sumergiéndonos en el centro histórico de Quedlinburg me di cuenta que no quería llegar a la salida.
Yo tengo una tía, como en cada familia existirá una. La mia es la tía descomplicad, viajera, la tía todoterreno. En junio se encontraba de visita en Berlin y no se demoro ni dos días en decir, <<nos vamos a conocer Quedlinburg>> . <<Como??>> Quedlinburg (ya se imaginaran como lo ha pronuciado, y aunque lo hubiese pronunciado bien, ni diablo idea donde se encontraba Quedlinburg). <<Si si si, en tres hora estamos ahí>>. Así fue, madrugamos, Lucía para la guardería, tarde en casa de un amigo, noche con papá y con Aurora de morral arrancamos para esta ciudad del pasado.
Quedlinburg es una maravillosa ciudad de Alemania perteneciente al estado federado de Sajonia-Anhalt, en el distrito de Harz. Está rodeada por un frondoso bosque ubicada a las orillas del río Bode. Es tal su encanto que en el año 1994 fue declarada como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. El hecho de pasear por sus calles viendo el conjunto de casas entramadas y calles empedradas ya es todo un placer. Basta solo eso, no importa si se visito el ayuntamiento o la iglesia de St. Benedikt o de St. Nikolai. Basta caminar, perderse por sus calles, tomar cualquier callejón.
Es una de esas pequeñas ciudades alemanas que parecen detenidas en el tiempo y que nos muestran como podría haber sido el país si no hubiese sido destruido en dos guerras. De pensar que cada piedra hola por si sola, que parece que entre ellas jugaran la lleva y así se recorriera ese libro con mezclas de palabras que cuentan historia. Subiendo una larga rampa se accede a uno de los conventos más importantes de Alemania. Una ciudad amurallada. Donde el coche no valió ni 5 centavos y me toco cargarme a Aurora al pecho. Justamente era uno de esos pocos días de verano en los que el calor golpea fuerte, las nubes no se asoman y el viento desaparece. Tanto fue que me colgué Aurora en el fular sin camisa.
No deja de sorprenderme este país, que buena decisión estar viviendo aquí. Vamos lento pero con pasos firmes por Alemania. Un país lleno de lugares con encanto que esperan ser descubiertas; grandes urbes, pequeñas ciudades y pueblos que parecen estancados en el tiempo. Naturaleza, magia y vida hay por todas partes.
Como me sucede normalmente leí mucho más sobre Quedlinburg después de haber estado en ella y encontré que fue la primera capital de Alemania central. Que cuenta con uno de los palacios reales e imperiales más importantes de la Edad Media. Que en toda la historia de Quedlinburg hay una fuerte presencia femenina. Arriba nosotras! Entre muchas mujeres destacadas como escritoras y fundadoras, esta también Dorothea Christiane Erxleben, quien se convirtió en la primera doctora de Alemania. Se encuentran estatuas de mujeres durante todo el recorrido.